La Crisis del Vino Francés

por Juan Diego Artigas

Los viticultores del Languedoc están hartos. Hartos de una crisis que les estrangula un poco más cada día que pasa. Hartos de los ministros de Agricultura que los desprecian. Hartos de la imagen de vinos malos y peleones que tienen los suyos, a pesar de que cosechan medallas en todos los lugares del mundo. Y hartos, también, de los viticultores de Burdeos, a los que acusan de no participar en el esfuerzo colectivo para poner coto al exceso de producción y a la crisis del vino francés. “Nosotros no paramos de arrancar cepas y de enviar millones de hectolitros a destilar, mientras ellos siguen tan tranquilos retorciéndose los bigotes”, se queja Jean Huillet, el famoso presidente de las bodegas cooperativas de Herault. Y su colega Philippe Vergne añade: “¡Esto es como Sudáfrica: de una parte están los blancos y de la otra, los negros!”.

La cifras de la actual campaña de arrancado de cepas habla a favor de los viticultores del Languedoc. En efecto, éstos se comprometieron a suprimir 12.500 hectáreas de viñedos, es decir el 4,6% de la superficie regional total. En Burdeos, en cambio, sólo se habla de 1.800 hectáreas. Lo que representa menos del 1,5% de los viñedos. “Es que aquí arrancar las cepas no forma parte de nuestra cultura. Y la campaña de arrancado 2004-2005 era la primera de nuestra historia”, explica en su defensa Christian Delpeuch, presidente del Consejo interprofesional del vino de Burdeos (CIVB).

Por lo que se refiere a las cifras de la última destilación de crisis, que permite deshacerse del vino no vendido, también son suficientemente elocuentes. Del 1,5 millón de hectolitros transformados en alcohol tipo brandy o en subproductos alcohólicos, 1,2 millones proceden de las bodegas del Languedoc y del Rosellón, frente a los…185.000 que procedentes de Burdeos.

“Es cierto que estamos muy lejos del objetivo de los 500.000 hectolitros que nos habíamos fijado. Sin embargo, hemos hecho todo lo posible para incitar a nuestros viticultores a destilar. Pero también eso atenta contra nuestras costumbres”, reconoce Delpeuch.

Resultado: mientras las vendimias de septiembre de 2005 están en las barricas, el mercado está completamente paralizado por un stock sobrante de 40 millones de hectolitros, de los que 11,2 millones proceden del Languedoc-Rosellón (vinos de mesa y de denominación de origen) y 11,3 millones (sobre todo vinos de denominación de origen) son de vino bordelés.

La última espina que tienen clavada en la garganta los viticultores del Languedoc es la práctica puesta en marcha por parte de algunos vendedores, la mayor parte de Burdeos, de bajar el vino almacenado, rompiendo los precios con botellas ofrecidas a un euro en las estanterías de los hipermercados. “¡Es un auténtico escándalo!”, asegura Jean Huillet. Y añade: “Ellos saben que nosotros somos económicamente más débiles y, por eso, esperan que cedamos los primeros y que arranquemos todo”.

La última confrontación por ahora entre los viticultores del Languedoc y de Burdeos tuvo lugar la semana pasada, cuando los representantes de los viticultores aquitanos rechazaron la propuesta de una manifestación nacional, a celebrar en París el 8 de febrero.

En vez de eso, los viticultores bordeleses sugirieron la idea de “una jornada nacional de viñedos y vinos”, durante la cual, cada viticultor en su ciudad “expondría sus vinos y sus preocupaciones”.

¿Tuvieron miedo los finos bordeleses de las grandes bodegas de salir a la calle junto a los aguerridos viticultores de Aude, de Gard, de los Pirineos Orientales y de Herault, que tienen fama de utilizar potentes cócteles molotov y de gustarles la confrontación abierta con los gendarmes?

“No lo podemos excluir”, admite Denis Verdier, el pacífico presidente de la Confederación de cooperativas vinícolas de Francia (CBF), antes de recordar que “en Burdeos, también hay pequeños propietarios que sufren como todos los demás”.

Sea lo que fuere, el malestar es evidente. El lunes 16 por la noche, sin consultar a sus “colegas” aquitanos, los responsables sindicales del Languedoc-Rousillon fijaron para el 15 de febrero, a las 15 horas, la fecha de varias manifestaciones (y no de la “jornada del vino”), que se celebrarán simultáneamente en Nîmes, Béziers y Narbona. Las demás regiones, o lo toman o lo dejan.

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