Vino seco y vino dulce: diferencias y proceso de elaboración

Diferencias entre el vino seco y vino dulce

¿Cuál son las diferencias entre el vino seco y vino dulce, y cómo se hace el vino seco y el vino dulce? Más detalles en este post

Quizá eres de los que se han preguntado cuáles son las diferencias entre el vino seco y vino dulce, y cómo se elabora cada una de ellos. Bueno, no es sencillo, pero intentaremos explicártelo en este post. Básicamente cuanto más tiempo esté madurando la uva en el vino más dulce se vuelve. Ese dulzor es el que se transforma en alcohol más tarde en la fermentación.

Son muchos los factores que condicionan las características organolépticas de este producto tan especial, pero, básicamente, un vino seco es aquel cuya concentración de azúcar oscila entre uno y tres gramos por litro.

Existen algunas variedades que llamamos de cosecha tardía. Puede que hayas visto las que se cosechan muy tarde, en mayo o incluso en junio. Tienen un alcohol de ocho nueve diez por ciento, pero son tan dulces que no todos pueden convertirse en alcohol y tienes el residuo del vino dulce.

Algunas personas tienen varios gustos para el seco. Lo que a alguien le gusta no es tan seco para otra persona y lo que es dulce para una persona puede ser seco para otra. Así que todos tenemos cambios en nuestro paladar, nuestro gusto más tradicional.

¿Cuándo sé que estoy en presencia de un vino seco?

Son muchos los factores que condicionan las características organolépticas de este producto tan especial, pero, básicamente, un vino seco es aquel cuya concentración de azúcar oscila entre uno y tres gramos por litro. Es decir, es una bebida cuyo azúcar se ha transformado en alcohol durante el proceso de fermentación y, como tal, presenta un grado alcohólico y de acidez más elevado en el resultado.

Si el producto final presenta una mayor cantidad de azúcar residual, estaríamos hablando entonces de un vino dulce, semi-dulce o semi-seco, según la concentración del mismo.

El vino seco es uno de los más consumidos en España y Europa en general, dada su exquisitez y versatilidad para disfrutarlo en situaciones de lo más diferentes. Se le suele relacionar con el vino blanco y, aunque esto en sí no es erróneo, también existen deliciosos vinos tintos secos, ya que la etiqueta “seco” puede reflejar la astringencia y otras cualidades organolépticas, más allá de la dulzura o la acidez.

¿Cuándo sé que es un vino dulce?

Si el producto final presenta una mayor cantidad de azúcar residual, estaríamos hablando entonces de un vino dulce, semi-dulce o semi-seco, según la concentración del mismo. Se considera que un vino es dulce cuando su cantidad de azúcar residual es superior a 45 gramos de azúcar por litro.

También podemos encontrar los vinos semidulces, vinos con menor concentración de azúcar, muy agradables al paladar y que son perfectos para iniciarse en el mundo del vino, ya que son muy agradables de beber.

Básicamente cuanto más tiempo esté madurando la uva en el vino más dulce se vuelve. Ese dulzor es el que se transforma en alcohol más tarde en la fermentación.

 

Algunas diferencias

Te recomendamos concentrarte en estos tres factores para valorar las diferencias:

  1. Aroma. Por lo general, los vinos dulces suelen presentar aromas más afrutados o florales y, los secos, herbáceos, especiados, con regusto a madera… Esta característica puede ayudarte a distinguirlos, pero, recuerda: algunos vinos secos también tienen matices afrutados. Por ello, te recomendamos atender también a las siguientes dos diferencias.
  2. Consistencia. Los vinos dulces presentan una consistencia más espesa que los secos dada la fortificación de azúcar, mientras que la fermentación natural del vino seco le confiere una textura más seca.
  3. Sabor. La lengua y el paladar son los mejores aliados para saber diferenciar un vino seco de uno dulce. Pero no basta con un simple trago: en su paso por la boca, déjalo reposar unos segundos sobre la lengua y, después de tragarlo, siente sus matices. Si los aromas y sabores persisten, probablemente estés ante un vino dulce, ya que el vino seco se caracteriza más por la fugacidad de sus matices.

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