Te presentamos algunos datos históricos del vino relacionados con Cuba, un paseo desde la Colonia hasta la actualidad
El vino se introdujo por primera vez en Cuba en 1492 con el nombre Tinta de Toro, el cual se elaboraba en Zamora, España; y la verdadera producción nacional comenzó en el siglo XVIII. Yamir Pelegrino Rodríguez afirma en su obra Mi pasión Gourmet que la tradición vinícola se inició en la Isla cuando los conquistadores trajeron este tipo de bebida de países vinícolas y de larga tradición de consumo en sus barcos. Traían grandes cantidades de vino, indispensable en las largas travesías. Los marineros que acompañaban al descubridor de América atenuaban el estrés tomando vino de Jerez, pues aguantaba mucho la oxidación.
El vino se introdujo por primera vez en Cuba en 1492 con el nombre Tinta de Toro, el cual se elaboraba en Zamora, España.
Los españoles que se asentaron en Cuba después de la llegada de Colón no lo tenían entre sus prácticas cotidianas, pero sus paisanos que vivían en California y España no pensaban de la misma forma. Los piratas y corsarios que cruzaban el Mar Caribe en busca de lugares que saquear preferían esta bebida antes que el ron. Después esta situación cambiaría, pues el vino comenzó a encarecerse y a veces era muy difícil de conseguir.
Muchos documentos que ilustran la historia de Cuba en el siglo XV hablan de la costumbre de los capitanes de repartir vino a su tripulación antes de cualquier batalla, ya que los alentaba a luchar con mayor valor. Aunque la Mayor de las Antillas no fue el primer país en contar con esta preciada bebida en Latinoamérica, sí se considera el pionero en su comercialización de forma ordenada.
Descubrimiento de América abre nuevas posibilidades
En la actualidad, Cuba está impulsando la producción de vinos artesanales.
Con el descubrimiento de América se abren nuevas posibilidades de cultivo de la vid. En el año 1525, Hernán Cortés siendo Gobernador de México ordena la plantación de viñedos en las tierras colonizadas —hay mucha probabilidad que lo haya hecho en Bayamo, en la parte oriental de Cuba, donde fue alcalde previamente, pues procedía de una familia de vinateros y su padre era constructor de toneles para los vinos que producía, pero no existen evidencias de este primer “aficionado vinicultor”.
El éxito de las plantaciones fue tal que se expandió por completo el cultivo a las regiones del Virreinato del Perú, pronto el rey de España prohibió nuevas plantaciones en México en el año en 1595, debido a los temores que existían en la Casa Real de que los nuevos territorios fuesen autosuficientes del producto y no requirieran más los vinos españoles.
Este edicto real se mantuvo vigente durante casi siglo y medio, solo se podían plantar nuevas vides bajo licencias especiales otorgadas por el reino de España, los monjes jesuitas estaban exentos de la concesión de tales licencias; por eso hubo pequeños viñedos en sus conventos o monasterios desde el año 1697, con objeto de poder tener vino para celebrar la Eucaristía. La variedad traída de los viñedos españoles, en la actualidad se denomina “uva de la misión”.
Estas primeras plantaciones se reprodujeron en las diversas misiones dando lugar a los primeros vinos producidos en la Isla de Cuba probablemente “el vino de uva caleta” se haya originado entonces por primera vez en nuestra zona, vinculado con el convento que existiera muy cerca del embarcadero de Colón.
El sello Soroa pertenece a la corporación Cuba Ron S.A. y generalmente son producidos en las Bodegas San Cristóbal y Artemisa.
Hoy existen dos empresas en la Isla que producen y comercializan vinos muy buenos: Bodegas San Cristóbal, que oferta las marcas Castillo del Morro, San Cristóbal, Soroa y Cortés, entre otros; y Bodegas del Caribe, creada hace unos años con participación del capital español, y que comercializa la marca Castillo de Wajay, considerada por los enólogos foráneos como una bebida bastante buena.
En la actualidad, el país está impulsando la producción de vinos artesanales, más detalles en este video:
